4.1.3. Corrección en la Oficina

Los correctores, último eslabón de la cadena en lo que respecta al texto que va a publicarse, efectúan un control lingüístico (respecto de las peculiaridades de cada lengua y de otras prácticas convencionales) y técnico (tipografía).

Los correctores, último eslabón de la cadena en lo que respecta al texto que va a publicarse, efectúan un control lingüístico (respeto de las peculiaridades de cada lengua y de otras prácticas convencionales) y técnico (tipografía). Pero hay que recordar que los correctores no son «revisores»; es decir, deberán mantenerse siempre neutrales frente a las intenciones del autor, que es, en definitiva, el único a quien compete pronunciarse sobre el contenido del texto.

Preparación de los originales

Los originales se confían a los correctores para la preparación tipográfica y la lectura del texto. Esta etapa previa a la producción está destinada a corregir las faltas ortográficas y gramaticales y a detectar las imprecisiones y las incoherencias, para hacer que el mensaje resulte perfectamente comprensible. La homogeneidad de todos los elementos del original también debe examinarse atentamente. Todo equívoco o duda deberá tratarse en estrecha colaboración con el servicio autor.

Los correctores también deberán procurar armonizar el texto en función de las normas y de las prácticas convencionales interinstitucionales del presente Libro de estilo.

NB:

A petición del servicio autor o con su consentimiento previo, podrán llevarse a cabo intervenciones editoriales más exhaustivas (revisión editorial del texto).

También debe controlarse y, en caso necesario, completarse la numeración de las páginas del original, que debe haber sido efectuada previamente por el servicio autor. Cualquier elemento del original que haya sido omitido debe señalarse en el acto. Asimismo, se verificará la correspondencia de las llamadas de nota que figuren en el texto con las notas a pie de página.

La concordancia del original entre las diferentes versiones lingüísticas compete al servicio autor. Sin embargo, la Oficina de Publicaciones puede hacerse cargo de ella, siempre que el servicio autor conceda los plazos adecuados.

El principal objetivo de la preparación de los originales es facilitar el trabajo de composición para evitar gastos suplementarios. La calidad del original entregado al impresor es, pues, un elemento fundamental para la continuación del proceso de producción. Si se atienen a las indicaciones relativas a la preparación y a la presentación de los originales (véase el punto 4.2) y velan por una calidad irreprochable del texto, los autores pueden contribuir a reducir los costes de composición y a hacer que esta sea más rápida (el «tírese» puede autorizarse incluso en las primeras pruebas).

Un original defectuoso podrá ser devuelto a su autor.

tip:

Un buen original garantiza una producción rápida y de calidad.

Pruebas y correcciones de autor

Las pruebas son revisadas por los correctores, que verifican la correspondencia del texto con el original entregado y las normas en uso para cada lengua. Paralelamente, se envía un juego de primeras pruebas al servicio autor para su aprobación e inserción eventual de correcciones de autor.

Las correcciones de autor hechas sobre pruebas deben limitarse a lo esencial. El servicio autor debe procurar realizar sus correcciones de autor de forma clara, legible y de manera que el corrector no se vea obligado a revisar la obra línea por línea (correcciones en rojo, muy visibles y, en caso necesario, rodeadas con un círculo o señaladas en el margen; hay que evitar anotar las correcciones de autor en una hoja aparte).

El impresor considera corrección de autor —con factura suplementaria— toda corrección efectuada en las pruebas que difiera del original inicial (mejoras, rectificaciones, actualizaciones del texto, modificaciones realizadas en un original confuso o insuficientemente preparado, etc.). En dicha fase no hay que modificar giros de lenguaje ni actualizar datos numéricos recibidos en el último minuto y más recientes que el período de referencia de la obra, ni añadir signos de puntuación con el afán de alcanzar una perfección ilusoria.

Todo añadido o supresión, desde una simple coma a párrafos enteros, constituye una corrección de autor que hay que evitar, en la medida de lo posible, a causa de los retrasos y costes que acarrea. Estos últimos pueden alcanzar importes elevados y, aparentemente, desproporcionados con la corrección solicitada. Una modificación mínima puede conducir a la necesidad de volver a componer párrafos enteros e, incluso, a una nueva compaginación de varias hojas, con sus inevitables consecuencias en la numeración de las páginas, el índice y las referencias dentro del texto o en los índices (en caso de que sea imprescindible hacer modificaciones de este tipo, corresponde al servicio autor reflejar los cambios subsiguientes).

La composición exige por lo general dos pruebas. En una primera prueba, el corrector realiza una lectura completa del texto, comparándolo con el original; comprueba que todos los elementos estén presentes y que se hayan respetado todas las instrucciones tipográficas. A continuación, una segunda prueba permite verificar las correcciones hechas en la primera. En el estadio de la segunda prueba no debería admitirse ninguna corrección del servicio autor.

Por lo que se refiere a las publicaciones periódicas o simplemente urgentes, el servicio autor debe respetar una fecha de cierre de la redacción para que puedan cumplirse los plazos. Esta exigencia no solo permite entregar dentro de plazo, sino también evitar correcciones de autor de última hora y, por consiguiente, gastos suplementarios.

Por último, cabe señalar que la Oficina de Publicaciones no puede aceptar la realización de correcciones de autor sin la conformidad expresa de los servicios solicitantes.